El nivel formativo cada vez más importante para acceder al mercado laboral
En un mundo cada vez más competitivo y globalizado, el nivel de formación de las personas se ha convertido en un factor clave para determinar sus oportunidades de acceso al mercado laboral. La transformación digital, los avances tecnológicos y la creciente especialización de los sectores productivos han modificado las demandas de las empresas, que buscan candidatos con competencias técnicas y habilidades blandas más avanzadas que nunca.
El informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) de 2023 destaca que las profesiones relacionadas con la tecnología, la salud y la sostenibilidad experimentan una mayor demanda. Sin embargo, estas áreas también requieren niveles de formación superiores, como grados universitarios, estudios de posgrado o certificaciones especializadas. En contraste, los empleos que tradicionalmente no exigen formación académica se enfrentan a una automatización creciente, lo que ha reducido las oportunidades disponibles en este segmento.
Además, el aprendizaje continuo o “lifelong learning” está ganando protagonismo. Según datos de la OCDE, más del 60% de los trabajadores considera que necesitará actualizar sus habilidades en los próximos cinco años para mantenerse competitivo. En respuesta, muchas instituciones educativas han adaptado su oferta académica, incorporando programas flexibles y cursos en línea diseñados para trabajadores en activo.
Las empresas también han comenzado a priorizar las competencias transversales, como el pensamiento crítico, la resolución de problemas y la capacidad de trabajar en equipo. Estas habilidades, aunque no siempre vinculadas a una titulación formal, son valoradas especialmente en entornos laborales dinámicos y orientados a la innovación. Sin embargo, la adquisición de estas competencias también está estrechamente relacionada con la calidad de la formación recibida.
En este contexto, los gobiernos y organismos internacionales han subrayado la importancia de garantizar el acceso equitativo a la educación y la formación. La brecha educativa sigue siendo un desafío importante: aquellos con menor acceso a la educación superior o a programas de capacitación enfrentan mayores barreras para acceder a empleos bien remunerados y de calidad.
El nivel formativo ya no es solo un diferencial competitivo, sino una necesidad en un mercado laboral en constante evolución. Tanto las instituciones educativas como las empresas y los gobiernos tienen un papel crucial para garantizar que las personas estén preparadas para afrontar los retos del presente y del futuro. La inversión en educación y el compromiso con el aprendizaje continuo se perfilan como las claves para construir carreras sostenibles y sociedades más equitativas.